YA ESTAMOS ES CASA

Ahora que el bichito de Guandong, me ha dejado un ratito. Quiero contar un poco como ha sido nuestro viaje y nuestro encuentro.
Hemos ido un grupo de trece familias españolas, a recoger a nuestros tesoros, de edades entre los 10 meses hasta 8 años. Lo hemos pasado fenomenal, en especial con las familias de Andalucía y Canarias que nos hemos juntado. Desde aquí quiero mándales un beso muy fuerte.
El encuentro fue mejor de lo que nos esperábamos, porque Amaia no lloró por venirse con nosotros, si no porque le asustaron los lloros de los otros niños. Estaba muy asustada y se agarró a mi cuello desesperadamente buscando un refugio. Incluso se quedó dormida en mis brazos y no se despertó hasta llegar al hotel. Las cuatro niñas del mismos orfanato, venían muy paraditas, sin fuerza ni para coger los juguetes que le llevábamos. Así estuvieron unos cuatros días, pero cuando despertaron ya empezaron a ser un poco mas ellas y a jugar. La primera vez que mi niña se rió fue cuando reconoció a su amiga Ana.
Las excursiones han estado bien, pero no la hemos disfrutado plenamente, por ser un poco aceleradas y demasiado calor, tanto las niñas como nosotros estábamos cansados, cuando llegábamos por la tarde al hotel en Guandong, nos bajamos un ratito a la piscina. Descubrimos que el agua le encanta, y es el mejor momento del día, cuando podemos estar los tres relajados. Luego antes de cenar nos bajábamos a la cafetería con nuestro grupo de amigos, parece que teníamos un sitio reservado para nosotros no había mucha gente y las niñas jugaban un ratito mientras nosotros les cantábamos canciones infantiles.
El viaje de Guandong a Pekín, también fue una paliza. Salimos a las 7 de la mañana, tuvimos que esperar mucho tiempo para embarcar las maletas y cuando llegamos ya era muy tarde para salir a cenar estaba todo cerrado.
El clima en Pekín era mucho más agradable y se apetecía más salir a la calle. Además las excursiones a la Muralla China, el Palacio de Verano, y la Ciudad Prohibida fueron preciosas.
Amaia el día de la Muralla, empezó a demostrarnos lo bichito y lo contenta que estaba, quería ser la primera en subir los altos escalones, y por lo atrevida que era nos dio miedo subir, solo pasamos el primer tramo y ya nos pareció suficiente. Luego Amaia, Ana, Lucía y Marina se lo pasaron genial corriendo y golpeando la mesa de un chiringuito en el que nos sentamos a tomar unas cervezas, y las niñas que estaban hambrientas se comieron una salchicha y unos sándwich que llevábamos.
Amaia está preciosa, con su papá no hace mucho de momento, a veces se pone a llorar cuando la coge en brazos, y para comer y dormir solo quiere con mamá. Carlos lo pasa un poco mal con esto, pero entiende que hay que darle su tiempo, a demás ve que es normal porque las otras niñas del grupo también han cogido uno de los padres como referencia.
En el Hotel de Pekín no teníamos un sitio agradable para reunirnos, así que salíamos más a la calle y también nos fuimos por nuestra cuanta a visitar el zoo. Pasamos un día muy agradable, pero la vuelta al hotel fue toda una aventura. No nos paraba ningún taxi y decidimos coger una furgoneta particular que sí nos paró…..uffffffffffffffffff. En era de las pequeñas y nos metimos 7 adultos, las tres niñas, los carritos y las bolsas. Como había mucho tráfico el hombre decidió atajar por los callejones. No sabíamos por donde nos llevaba. Amaia no paraba de llorar, por el sueño, el calor y no poderse mover tan apretadas como estábamos. Tardaríamos unas 2 horas en llegar cuando por la mañana en el taxi llegamos en media hora. Ahora nos podemos reír pero en ese momento lo pasamos un poco mal.
Desde que llegamos a Pekin, Amaia estaba con tos. Nos visitó gracias a ACI, una pediatra al hotel que estuvo viendo a las niñas, y a mi niña como no se le escuchaban los mocos en el pecho, solo le mandó un jarabe que fuimos a comprar junto con Berta a una farmacia. La verdad es que no le hizo mucho, y por la noche lo pasaba peor.